septiembre 12, 2010

HISTORIA QUE DA PARA PENSAR - ¿Donde está el orden natural de las cosas en mi hijo?'

De: Amalia Penna
Asunto: para los que tuvimos una experiencia similar

HISTORIA QUE DA PARA PENSAR

En una cena de camaradería, en el Club CILSA de la ciudad de Santa Fe , que aglutina especialmente a amigos y familiares de niños con capacidades especiales, el padre de uno de estos chicos, pronunció un discurso que nunca será olvidado por las personas que lo escucharon. Después de felicitar y exaltar a la institución y a todos los que trabajan por y para ella, este padre hizo el siguiente razonamiento:

- 'Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección, pero mi hijo no puede aprender como otros chicos lo hacen. No puede entender las cosas como otros chicos. ¿Donde está el orden natural de las cosas en mi hijo?'

La audiencia quedó impactada por la pregunta. El padre del niño continuó diciendo:

- 'Yo creo que cuando un niño como Facundo, física y mentalmente discapacitado viene al mundo, una oportunidad de ver la verdadera naturaleza humana se presenta y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño'.

Entonces contó que un día caminaba con su hijo, por la vereda de un pequeño club de barrio, donde, tras un alambrado, algunos chicos jugaban al fútbol. Facundo le preguntó a su padre: '¿Crees que me dejeràn jugar?'

Su padre sabía que a la mayoría de los muchachitos nos les gustaría que alguien como Facundo jugara en su equipo, pero también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros, a pesar de sus incapacidades.

Ingresaron por una apertura del alambrado, que en otro tiempo había poseído un pequeño portón de chapa. Durante el transcurso del juego, el chico que tenía en su brazo izquierdo la raída cinta de Capitán de uno de los equipos que estaban jugando, se acercó al sitio donde estaban parados, y dijo (sin esperar mucho) si:

'Facundo, podría jugar...'

El capitàn miró alrededor, como buscando alguien que lo aconsejara y dijo:

- Estamos perdiendo por dos a uno... Y al partido le quedan unos quince minutos... Supongo que puede unirse a nuestro grupo de suplentes y trataremos de que entre un rato antes del final.

Facundo se desplazó con dificultad hasta 'el banco de suplentes' y con una amplia sonrisa, se puso una camiseta del equipo, traspirada y abandonada en el suelo por un jugador reemplazado que, fuera de la cancha, se encontraba absorto, frotándose un tobillo hinchado. Mientras Facundo se sentaba entre el grupo de los que esperaban su posibilidad de jugar, su padre lo contemplaba.

Los otros chicos notaron algo muy evidente: la felicidad de ese hombre porque su hijo era aceptado.

Cuando faltaban cinco minutos para terminar el partido, el equipo de Facundo logró empatar el encuentro, con un verdadero 'cañonazo' increíble desde la mitad de la cancha, que sorprendió al encandilado arquero, al venir del lado del sol, que caía con la tarde..

Quedaban algunos instantes cuando ocurrió otro hecho notable: una mala entrega de un defensor adversario, permitió al centrodelantero 'del equipo de Facundo' hacerse de la pelota en el área y cuando se aprestaba a definir con todas las posibilidades, el defensor, ofuscado por su desafortunada jugada anterior, lo 'barrió' desde atrás; el árbitro sin titubear pitò: ¡penal!. ¡Penal sobre la hora...!

En medio de los acalorados festejos del equipo, por la incomparable oportunidad de ganar y '¡sobre la hora!' al tradicional oponente, se vio que el centro delantero, encargado principal de patear los penales, apenas podía ponerse en pie por el fuerte golpe recibido. Fue allí que el muchachito con la cinta de Capitán del equipo, convocó al grupo de jugadores que deliberaba sobre quién patearía la pena máxima, y les indicó a todos, a voz en cuello, y señalándolo a Facundo:

- '¡Tenemos entre los suplentes, al mejor pateador de penales del equipo! ¡Nos queda un cambio!. Y dirigiéndose al árbitro le indicó: - ¡Yo salgo!. ¡Y él entra a patear el penal!

El referí aceptó la propuesta, mientras autorizaba el relevo de los jugadores, en medio de la sorpresa del resto del equipo del Capitán, quien se dirigía hacia Facundo, sentado y aturdido en el borde del campo.

Llegó a su lado, le dio la mano y... De un tirón, lo puso de pie, le dio un ligero abrazo y cuando se alejaba despreocupado, se dio vuelta y le gritó: - ¡Suerte!...

Facundo, obviamente extasiado sólo por estar en el juego y en el campo, sonreía de oreja a oreja mientras su padre lo animaba desde un poco más lejos, mientras en su cabeza un torbellino de preguntas se sucedían sin control: 'con esta oportunidad, ¿lo dejaban patear y renunciar a la posibilidad de ganar el partido?'

Sorprendentemente, Facundo ingresó a la cancha. Sus dificultosos pasitos y su desmañada figura, indicaron a todos los jugadores del campo, que un disparo certero de su parte era imposible; todos se dieron cuenta de que no podría, quizás, hacer llegar la pelota al arco.

Sin embargo, mientras se paraba delante de la pelota ubicada en el círculo, a doce pasos del arquero oponente, el padre de Facundo tuvo la fuerte sensación de que quizás..., el otro equipo..., estuviera dispuesto a perder..., para permitirle a su hijo !tener un gran momento en su vida!

Facundo movió unos pasos al frente y golpeó la pelota muy suavemente. El arquero, que notó obviamente la dirección que llevaba el balón, se arrojó hacia ese costado..., ¡pero como para 'sacarla' desde el ángulo superior del arco...! ... Mientras la pelota, ingresaba... apenas rodando bajo su cuerpo... ¡y trasponía la línea del gol! El árbitro convalidó el tanto y pitó dando por terminado el partido...

Facundo, con sus brazos en alto, rebosando felicidad, giró la cabeza y mirò a su padre... mientras (cosa extraña) los jugadores de ambos equipos lo vitoreaban y abrazaban como si Facundo fuera el héroe que convirtió el gol que dio a su país el campeonato mundial de fútbol ...

'Ese día', dijo el padre, 'los chicos de los dos equipos, ayudaron, dándole a este mundo un trozo de verdadero, cálido y prístino amor humano'.

Facundo no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno..., sin olvidar nunca haber sido el héroe... y haber hecho a su padre muy feliz...., haber llegado a casa.. . y ver a su madre llorando de felicidad y ¡abrazando a su héroe del día...!

PEQUEÑA NOTA PARA ESTE MENSAJE:

Mandamos cientos de bromas por correo electrónico, sin pensarlo dos veces. Pero cuando nos llega un mensaje como éste, sobre las opciones de la vida, la gente duda...

Tal vez estés considerando reenviar éste... Pero pienses que tus contactos no son los 'apropiados' para este tipo de mensajes. Quien te lo envía, supone que juntos pueden hacer la diferencia.. .

Nosotros tenemos miles de oportunidades cada día para ayudar a que se realice 'el orden natural de las cosas ....' ¿Y las aprovechamos. ..? Un sabio dijo una vez que: 'Toda sociedad será juzgada, por como trata a los menos afortunados. ..'



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EL BUDA - Vivió en el norte de la India, en el siglo V I a.C. Su nombre personal era Sidarta...

EL BUDA
Vivió en el norte de la India, en el siglo VI a.C. Su nombre personal era Sidarta (Siddartha, en sánscrito) y su apellido, o nombre de familia, era Gotama (Gautama, en sánscrito).
Su padre fue Sudodana, gobernante del reino de los Sakyas (situado en el actual Nepal), y su madre la reina Maya. Según la costumbre de la época contrajo matrimonio a los 16 años con la princesa Yasodara, con quien tuvo un hijo.
 El joven príncipe debía tener tendencias religiosas que su padre adivinó, ya que Sidarta fue aislado en palacio y rodeado de todos los lujos posibles para evitar que le llegaran los problemas y sufrimientos normales de la humanidad. Sin embargo diversas "casualidades" permitieron que Sidarta contemplase directamente la pobreza, la enfermedad, la extrema vejez y la muerte. Profundamente afectado por la visión de estos males (quizá su lujoso aislamiento hizo aún más fuerte la impresión), decidió hallar la causa y la solución a estos males aparentemente irremediables, por lo que pensó en buscar las enseñanzas adecuadas. Así fue como decidió abandonar su futuro reino, su mujer y su hijo en busca de un antídoto para el mal.

Durante 6 años el príncipe Sidarta practicó un furioso ascetismo; tal como se lo indicaron los distintos maestros que a su paso fue encontrando. Tan débil y esquelético llegó a estar que, según lo cuentan crónicas posteriores, apenas podía sostenerse en pie con todas sus costillas cubiertas por un ligero manto de carne. Sin embargo el antídoto al sufrimiento se le hacía esquivo y no hallaba nada concluyente en su búsqueda infatigable.

En cierto momento una aldeana se apiadó del esquelético y maloliente asceta y le ofreció unas gotas de leche. Sidarta, que ya había reflexionado sobre las consecuencias inútiles de tan extrema privación, aceptó esas pocas gotas; y con energía renovada se sentó a los pies de un árbol con la firme decisión de encontrar, de una vez por todas, la pieza que faltaba en el rompecabezas cósmico.

Así fue como se sentó a meditar Sidarta al pie del árbol (desde entonces conocido como el árbol Bodhi, o de la "Sabiduría"), a orillas del río Neranjara, en Buda Gaya (en el actual Bihar), cuando contaba ya 35 años. Luego de muchos días y noches, donde fue sometido a toda clase de tentaciones y depresiones, alcanzó la iluminación y con ella la transformación. Se había sentado a meditar Sidarta; al levantarse era el Buda.

Buda viene de la raíz "Bud" que significa "despierto" o "iluminado", así como Cristo significa "ungido". No debe usarse como nombre propio, ya que significa un título y un reconocimiento por haber alcanzado un estado de desarrollo espiritual.

Posteriormente a esa experiencia crucial dudó sobre que hacer y, según la leyenda, los dioses del cielo le pidieron que no se quedara para sí esa experiencia sino que la compartiera con los demás hombres. Así fue como en el Parque de las Gacelas, en Isipatana (la actual Sarnath), el Buda se encontró nuevamente con los 5 ascetas que habían compartido con él parte de su búsqueda.

Al principio éstos se negaron a escucharles, convencidos que aceptar alimento (aquellas gotas de leche) había sido una claudicación. No obstante la serenidad y confianza del Buda se impuso y escucharon el primer sermón. De esta manera, cuenta la leyenda, empezó a girar la rueda de la ley: las cuatro nobles verdades que caracterizan al budismo con una identidad propia. Así fue como nació la Sangha.

La Sangha, la comunidad budista, es la consecuencia de la prédica del Buda. No resisto la tentación de transcribir las apasionadas palabras de Edward Conze, un reconocido estudioso del budismo:

"La comunidad budista es la institución más antigua de la humanidad. Ha sobrevivido más tiempo que ninguna otra institución, con excepción de la secta afín de los jainos. Allí están los grandes y orgullosos imperios de la historia, guardados por legiones de soldados, naves y magistrados. Apenas alguno de ellos duró más de unos tres siglos. Y allí tenemos un movimiento de mendigos voluntarios, que siempre apreciaron más la pobreza que la riqueza; que habían jurado no hacer daño ni matar a otros seres; que pasaban el tiempo soñando maravillosos sueños, inventando hermosas tierras de nunca jamás; que despreciaban todo lo que el mundo valorara; que valoraban todo lo que el mundo despreciara; la mansedumbre, la generosidad, la contemplación ociosa. Y sin embargo, mientras que esos poderosos imperios, construidos sobre la codicia, el odio y el engaño, duraron sólo unos cuantos siglos, el impulso de autonegación llevó a la comunidad budista a través de 2.500 años."

Durante 45 años Buda predicó a toda clase de personas: de ambos sexos, ricos, pobres, santos y ladrones. No hacía ninguna distinción de clase, de cultura, o de sexos. Tampoco de castas (con lo que se enfrentó directamente con el hinduismo, la religión dominante en la zona). También aceptó la admisión de mujeres al nuevo culto; siendo la primera gran religión que creó la categoría de monjas; algo que en su época causó verdadero horror porque las mujeres no podían entender ni aspirar al conocimiento religioso. Un detalle curioso es que las campanas, y su uso dentro del culto, también son de origen budista.

La personalidad del Buda histórico, Sidarta Gotama, tal como aparece en todos los relatos de la época, es avasallante. Su personalidad se proyecta a través de los tiempos en cada anécdota que leemos de él. El Buda murió en Kusinara (el actual Uttar Pradesh), a los 80 años, rodeado de una multitud de discípulos. Según los escritos budistas sus últimas palabra fueron: "todas las cosas son perecederas. Esforzaos por vuestra salvación".



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